“A cada puerta, su llave.” (Refrán)
Se atribuye a los egipcios su invención, otros dicen que fueron los chinos.
Pero, ambos, mejor dicho, todos resguardan sus valores con ese instrumento que intercepta las cerraduras. El tamaño varía según el cerrojo que accionan. El metal para fabricarlas es variado como el hierro, bronce, aluminio o distintas aleaciones. Los avances tecnológicos han diseñado nuevos sistemas de cierre de puertas y modelos para abrirlas, como ser paletas con códigos o contactos electrónicos. Pero, ningún sistema de seguridad es un 100% inexpugnable.
El británico fundador del movimiento Scout, Roberto Baden Powell, (1857-1941) afirma que en las relaciones interpersonales “una sonrisa es la llave secreta que abre muchos corazones.”
Las llaves de una ciudad se entregan simbólicamente al homenajear a un visitante ilustre. Esa costumbre data de la Edad Media y era en ocasión de asumir un nuevo rey. Los distintos súbditos le entregaban las llaves de sus castillos y fortalezas, como muestra de fidelidad.
Para el filósofo griego Aristóteles (384 aC-322 aC) el fin del hombre es ser feliz y conseguirlo está en uno mismo. De ahí la frase de que “cada hombre es artífice de su propio destino.” A modo de complemento un proverbio japonés señala: “Hay una puerta por la que pueden entrar la buena o mala fortuna, pero tú tienes la llave.”