“Más vale maña que fuerza.” (Refrán)
Ese refrán fue aplicado por los guerreros griegos, que ingresaron a la rodeada ciudad de Troya. Ellos simularon retirarse y dejaron, como ofrenda a los dioses, un gigantesco caballo de madera, en cuyo vientre algunos se escondieron. Los troyanos ingresaron el monumental equino, abandonado por sus enemigos los aqueos. En un momento oportuno, al anochecer, salieron de él quienes tomaron la ciudad sitiada, facilitando la entrada de sus camaradas. Se conjugó la habilidad engañosa y el coraje militar.
La sabiduría popular dice: “A caballo regalado no se le miran los dientes.” Es una sugerencia para no cuestionar el obsequio recibido. Así les fue a los ingenuos troyanos. De la narración mitológica se deduce la argucia para engañar a alguien. Es decir, obtener de una farsa un beneficio.
A veces alguien suele decir: “Va a arder Troya.” Eso significa, en el lenguaje coloquial, que hay un problema en ciernes. En la vida están quienes simulan ser leales, pero no lo son por sus intenciones hostiles. Están quienes engañan a otros para obtener favores y mienten agazapados como aconteció con el caballo de Troya.