domingo, 16 de septiembre de 2012
¡Qué ocurrencia!
La historia nos recuerda que Conrado III (1093-1152) fue coronado Emperador del Sacro Imperio. Era hijo de Federico I, duque de Suabia y de Inés, hija del Emperador Enrique IV.
Hasta nuestros días nos llegó la leyenda de una ingeniosa ocurrencia que aconteció cuando Conrado III sitió y dominó la fortaleza del duque de Baviera, a pesar de su valerosa defensa.
El Emperador tenía fama de ser un político poderoso y un enérgico militar, pero de nobles sentimientos.
Las mujeres de los cautivos, conocedoras de esas cualidades, le presentaron un original pedido:
-Suplicamos que nos dejes abandonar la fortificación y que cada una de nosotras lleve sobre sus hombros todo lo que pueda.
El Emperador Conrado III, movido a compasión, accedió sin dudar ni desconfiar.
¿Qué sucedió? Las ingeniosas mujeres cargaron sobre sus hombros a sus subyugados maridos y abandonaron el cautiverio.
El Emperador, sorprendido por esa amorosa astucia, exclamó admirado:
-¡Qué ocurrencia!
En honor a esa femenina diplomacia, les aseguró que no sufrirían persecución alguna y les devolvió sus pertenencias, arrebatadas en el aguerrido saqueo.
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