miércoles, 31 de julio de 2024

Cocoliche.


 “A buen entendedor, pocas palabras bastan.” (Refrán)

La inmigración europea influyó en el litoral del Río de la Plata. Al entreverarse el idioma español con dialectos italianos forzó un lenguaje connotativo expresivo, con palabras intermedias. Se lo llamó cocoliche en insinuación a un personaje circense grotesco, por demás ridículo, pero cómico.

Ese léxico es la expresión oral de un grupo de migrantes, surgidos a partir de 1880. Lo hablaban los venidos de Italia, necesitados de comunicarse, con escasos conocimientos del idioma local. Prevalecieron en su terminología inicial palabras derivadas de dialectos italianos. Además, se hermanó con el lunfardo, ese vocabulario que surgió en la ciudad de Buenos Aires, a fines del siglo XIX.

El cocoliche y el lunfardo están signados por la geografía y el tiempo. El primero quedó relegado al menguar la inmigración. El segundo mantiene su vigencia en las letras de los tangos. Ambos se insertaron en el habla popular, pero al margen del vocabulario oficial.

“Un hombre que sabe dos idiomas vale por dos hombres.” Así lo indica un proverbio francés. El ser bilingüe, saber dos idiomas, amplía la capacidad de comunicación, sin necesidad de intérpretes. Abierta de par en par la ventana cultural podemos entender muchas cosas, sin caer en la exageración de ser un cocoliche.