En la mitología celta se deifica a un animal macho y cornudo como dios de la fertilidad.
En el lenguaje coloquial la expresión cornudo/a se le adjudica a uno de los esposos cuyo conyugue le ha sido infiel en su matrimonio. Esta distinción viene de la época de los vikingos quienes combatían a sus enemigos engalanando sus cabezas con cuernos. Ese adorno era para meter miedo en las arduas y prolongadas contiendas bélicas. La infidelidad conyugal era moneda común y corriente. Los guerreros engañados, al regresar a sus hogares, a sus espaldas eran apodados de cornudos.