Espantapájaros en un campo de arroz de Japón.
“Hierba que poco crece ayuda merece.” (Refrán)
Así se llama al muñeco de trapo, simpático o no, ubicado en un sembrado para ahuyentar a las aves que buscan las semillas. Él las espanta, por ser un armazón con silueta humana, vestido con ropa en desuso. El escritor japonés Masaoka Shiki (1867-1902) señala que “en este mundo efímero, también los espantapájaros tienen ojos y nariz.”
Un agricultor prudente hace todo lo posible para prevenir sus cultivos. El poeta francés Víctor Hugo (1802-1885) comenta que “no hay malas hierbas ni hombres malos; sólo hay malos cultivadores.” Ese monigote ayuda al sembrador para que se cumpla el dicho: “El que siembra, cosecha.”
En el lenguaje coloquial se designa despectivamente a quien se viste, no a la moda, de manera ridícula o extravagante. Esa representación agreste sugiere ser útiles y no grotescos como un espantapájaros.
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