“Mentiroso sin memoria, pierde el hilo de la historia.”
(Refrán)
En el idioma español se alude a un cuento chino cuando algo indica ser un engaño, por más verosímil que parezca. Algunos afirman que en Roma se originó ese dicho al escuchar las narraciones de Marco Polo, a su regreso de China y Mongolia. Incrédulos sus conciudadanos le daban la espalda y susurraban: “son cuentos chinos.”
Un dato histórico da por sentado que esa expresión es oriunda de Cuba, cuando era colonia hispana. Ante la insuficiente mano de obra, para la zafra azucarera, se recurrió a los chinos. Estos fueron traídos con incumplidas promesas laborales. De ahí que a todo ofrecimiento dudoso, exagerado o embustero se le adjudicaba la categoría de “cuento chino.”
Hay un proverbio de ese milenario pueblo asiático que afirma:
“El que no sabe y no sabe que no sabe, es un tonto: húyele.”
“El que no sabe y sabe que no sabe, es humilde: enséñale.”
“El que sabe y no sabe que sabe, está dormido: despiértale.”
“El que sabe y sabe que sabe, es sabio: síguele.”
Cada una de estas sentencias es evidente y su advertencia no es un cuento chino.
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