"Ojos que no ven, corazón que no siente" (Refrán)
En la mitología griega, Medusa es un ser maléfico que convierte en piedra todo lo que mira. Esa creencia legendaria se enquistó en muchas culturas. Según la notoria convicción, la mirada envidiosa es la causa del llamado “mal de ojo.” Esa ojeada dañina no es patrocinada por la ciencia, más bien es una superstición con efectos psicológicos perturbadores y síntomas físicos reales. En la Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, cuna de los pueblos Asirios, Sumerios, Acadios y Babilónicos, se han encontrado amuletos para resguardarse de tal maleficio, que datan de unos 5.000 años.
La vista es mucho más que un órgano sensorial. La sabiduría popular y los hombres de todos los estratos sociales la ponderan. Un proverbio árabe advierte: “Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego. “El poeta francés Víctor Hugo (1802-1885) afirma: “En los ojos del joven arde la llama. En los del viejo, brilla la luz.” El líder de la independencia de la India, Mahatma Gandhi (1869-1948) advierte las consecuencias negativas de la venganza: “ojo por ojo y todo el mundo se queda ciego.”
La visión es valiosa. Cuidar de ella es fundamental para disfrutar la vida en su plenitud. Saber afrontar la adversidad con razonamientos coherentes ayuda a superar las tensiones emocionales. Ese es un antídoto eficaz contra el mal de ojo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario