martes, 31 de octubre de 2023

Ese ratón, de apellido Pérez.

 


“El gato y el ratón nunca son de la misma opinión.” (Refrán) 

¿Quién no vio un ratón, por ahí, alguna vez? Más aún, ¿quién no conoce a alguien de apellido Pérez? El llamado ratón Pérez es parte de una costumbre hispana que llegó a América. La recubre un manto de inocencia y alegría. A modo de consuelo, se recompensa al niño que se le cae uno de sus dientes de leche. Así llamados por ser los primeros que salen en la boquita de un bebé, en la etapa de la lactancia, alimentándose de la leche materna. 

Esa simpática práctica equivale a ser acreedor de dinero y golosinas, depositadas bajo su almohada. Ese ritual marca los momentos en que el niño transita por su etapa evolutiva. El escritor español Luis Coloma (1851-1915) plasmó por escrito la versión infantil de esa tradición oral. 

Este personaje de leyenda es mencionado en España y en toda Hispanoamérica. En la noche que busca los dientecitos debajo de las almohadas, se cumple el dicho: “Los gatos con guantes no cazan ratones.” Además, quien asume el rol del simpático ratoncito se siente un héroe importante porque: “Más vale ser cabeza de ratón que cola de león.” Como también: “Cuando el gato no está, los ratones bailan.” En esos momentos, dispensa ilusiones en los chiquillos que por siempre recordaran con nostalgia a ese ratón, de apellido Pérez.