lunes, 31 de enero de 2022

Ir al fondo.


“En este mundo redondo, quien no sabe nadar se va al fondo.” (Refrán) 

Esa ubicación insinúa un lugar de lejanía, por su circunstancia, utilidad o conveniencia. Por ejemplo, el gallinero o la huerta familiar solía estar detrás de la vivienda, porque al frente solía encontrase el jardín. 

“Un pasito más atrás,” advierte el chofer de un transporte público, cuando los pasajeros se agolpan en el pasillo delantero del vehículo. “Allá a la derecha,” (o izquierda) indica el mozo de un local gastronómicos señalando los sanitarios. 

Preocupa cuando se escucha que alguien “ha tocado fondo,” sea cual fuere su situación. Se asemeja, por lo ilustrativo y alarmante, a la frase que se oye decir de alguien que “rasca lo último de la olla.” 

Si retomamos el refrán alusivo, el posible salvavidas, ante el naufragio existencial, son los conocimientos adquiridos. Lo dicho está en consonancia con la sentencia popular: “El saber no ocupa lugar.” Da a entender que el estudiar no es un estorbo. En el mar de la vida, el bagaje cultural conseguido nos mantiene en la línea de flotación y nos evita ir al fondo.