sábado, 27 de abril de 2013

El gusto es mío



Se  dice que “sobre gustos no hay nada escrito” para resaltar  la subjetividad de lo que agrada o no. Las preferencias individuales o grupales varían de una persona a otra. Pero, al respecto, se  ha escrito bastante.  Recordemos  que Charles Louis de Secondat, Baron de Montesquieu,  pensador francés (1689-1755)  fue quién  escribió en 1717  un tratado sobre el gusto, resaltando la armonía y la simetría de aquello que contempla el ojo humano.

La vista de un manjar agradable  incita a su degustación porque “la comida entra por los ojos.”

Cuando de sabores se trata, se hace referencia al sentido del gusto que está asociado también  al sentido del olfato. De ahí el dicho  “se me hace agua  la boca”  por  el aroma atractivo de una comida.

 En número de 3.000 son  las papilas gustativas que  se localizan en la base, en la punta y en los costados de la lengua. Eso   permite distinguir  los  cinco sabores clásicos: salado,  dulce, acido, amargo y agrio. 

Cada uno es como es, según su personalidad,  modo de ser, pensar,  apreciar,  desear y  opinar,  porque   “genio y figura hasta la sepultura.”  Con exclusividad  puede afirmar: el gusto es mío.