miércoles, 28 de febrero de 2018

Al ritmo de la tarantela


“Nunca des una espada a un hombre que no sabe bailar.” (Confucio)

La esposa alemana de Amadeus Mozart, Constanze (1762-1842) decía:

“bailar es soñar con los pies.” Tanto ella como el mencionado pensador chino conocían los beneficios del baile.

A lo largo de la historia, en ocasiones diversas, siempre la humanidad danzó y bailó. Un proverbio africano entiende que “si puedes hablar, puedes cantar. Si puedes caminar también puedes bailar.”

En el sur de Italia se originó “la tarantela,” bailoteo que simula las consecuencias derivadas por la mordedura de una tarántula, temida araña venenosa. El afectado bailaba para no sucumbir y salvarse de una muerte indudable. Esta explicación popular se basó en la afirmación del reconocido médico italiano Giorgio Baglivi (1669-1707) quien aconseja bailar para alejar los efectos ponzoñosos.

En la actualidad no se argumenta como ese ilustre galeno, con el respeto que se merece al igual que los arácnidos y los sueros antiofídicos, pero sí se baila con ímpetu al ritmo de la tarantela.

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